Cuando estemos frente a frente no me mires, por favor, porque el brillo de tus ojos es de tan grande fulgor que me deja hipnotizado, presa de extraño temblor.
22
Cuando estemos frente a frente no me mires, por favor, espera que me proteja con unas gafas de sol para que pueda mirarte sin que me ciegue tu ardor.
22
Cuando estemos frente a frente no me mires, por favor, que el calor que tú proyectas es tan extraño calor que paraliza mi cuerpo dejándome a tu control.
22
Cuando estemos frente a frente no me mires, por favor.
Estaba yo un día aburrido, como suele suceder, y, casi sin darme cuenta, me metí en el Internet. Me introduje en una página que tiene mucho caché; era de juegos, de “Marca”, bingo, póker, ajedrez… Pero el juego es lo de menos, lo bueno es lo que encontré: gente de mucho respeto, gente de mucho saber, personas que, como a mí, también les gusta aprender, y que, aprendiendo, aprendiendo se lo pasan súper bien. Allí estaba el gran “Lovendo” invitando por doquier, mi amigo “Puma” o “la Malu”, o “María”, la mujer diez. Estaba “la Carmen” de España, que no es la de Merimèe, y, por supuesto el gran “Crack”, un amigo siempre fiel, ese lucero de “Menchu”, a la cual conocí ayer, y hasta la “Gloria” bendita en ese sitio encontré; y “Mertxe”, “Tudissa”, “Chispa”, “el Turi”, “Ana” y “Patyfé”; y que decir de “Bebita” que es más dulce que la miel, y “Garill”, “Llena”, “Quiela”, toditas gente de bien, y si alguien se me olvida perdonármelo, pardiez, que eso es cosa de la edad y yo voy por cincuenta y tres; pero aunque pasen mil años nunca os olvidaré. En fin, amigas, amigos, con esto terminaré y, si algún día meto la pata, algo que acostumbro a hacer, espero me perdonéis, habrá sido sin querer. Si quieren aplaudir aplaudan, si no, aplaudan también que no cuesta gran trabajo aplaudir por complacer.